La inundación del 61 provocó la tragedia que no causó el Tamarguillo
Por: Joaquín Mesonero Morillo
Después de la inundación
«Dura, durísima prueba para los sevillanos. ¡Íbamos hacia el gozo y la alegría, y en un abrir y cerrar de ojos nos encontramos con la tragedia y la muerte!», escribió Joaquín Romero Murube. Falta en Sevilla el monumento que recuerde a las víctimas del terrible año 1961
Fue el 19 diciembre de 1961... El locutor Bobby Deglané había promovido desde los micrófonos de Radio España una campaña de solidaridad con Sevilla, con resultados sorprendentes. La duquesa de Alba fue nombrada presidenta de honor de la comisión organizadora tanto de la campaña como del convoy que trasladaría a Sevilla las ayudas recibidas.
Madrid había dispensado al convoy, que representaba uno de los mayores esfuerzos colectivos nacionales en favor de una zona siniestrada, una despedida popular. De toda España llegaron a Madrid camiones y camionetas cargadas con ropas, muebles, alimentos... El recorrido Madrid-Córdoba fue una repetición, pueblo a pueblo, de gestos de solidaridad con los damnificados sevillanos. La gente aplaudía el paso del convoy con gritos de « ¡Viva Sevilla!». Y los camiones de la Comisaría de Abastecimientos Y Transportes (CAT), recibían por el trayecto nuevas aportaciones de cooperativas agrarias y ganaderas, de asociaciones culturales y religiosas.
La noche del día 18, en Córdoba, fue de alegría. Una multitudinaria fiesta benéfica fue presentada por Bobby Deglané. Y amaneció el martes día 19, con un tiempo espléndido, por fin sin llover... Toda Sevilla esperaba exultante a la caravana de la ‘Operación Clavel’. El buen tiempo había facilitado la salida de gente hasta la autopista de San Pablo, que tenía sus arcenes repletos de personas de todas las edades. Todo tipo de vehículos, automóviles, furgonetas, motocicletas, hasta coches de caballos fueron ocupados por jóvenes vestidas de flamencas que cantaban sevillanas de bienvenida. ¡Por fin salía el sol en Sevilla! La ‘Operación Clavel’ había hecho el milagro de levantar los corazones de los sevillanos.
Un inmenso grupo de personas apostadas en el cruce del Tamarguillo con la autopista, estaba principalmente integrado por vecinos de las cercanas barriadas de La Corza y Árbol Gordo, que esperaban en aquel lugar estratégico para agradecer a Bobby Deglané la ayuda prestada por la ‘Operación Clavel’. Peseta a peseta, entre todos los vecinos de las citadas barriadas, había reunido dinero para comprarle una medalla de oro con la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder.
Desde Carmona a Sevilla la carretera era una romería. Las márgenes de la autopista fueron poblándose a medida que avanzaba la mañana. Y el gentío, alegre, agradecido, saludaba con gritos y gesticular de brazos el paso de una avioneta que acompañaba al convoy y arrojaba octavillas informativas sobre la ‘Operación Clavel’. En el aparato viajaba un fotógrafo de la revista «Actualidad Española», Antonio Fernández, que realizaba un reportaje gráfico.
Eran las trece horas y veintiún minutos de la tarde del martes día 19. Allí mismo, junto al Tamarguillo origen de la catastrófica riada, quedaron veinte muertos, que luego serían veinticuatro, y casi un centenar de heridos. En el lugar del accidente, la situación era dantesca. Entre el humo y las llamas originadas por la avioneta al caer a tierra, los gritos de los heridos eran desgarradores, mezclados entre los muertos. Los cuerpos mutilados sobre el asfalto, las escenas histéricas, las llamadas de auxilio y entre familiares y amigos, la sangre... Durante unos interminables minutos, aquella zona se convirtió en un infierno, mientras en la entrada de Sevilla la gente, ignorante de lo sucedido, vitoreaba a los primeros vehículos del convoy.
La alegría duró muy poco tiempo. El ruido de la explosión y los gritos alarmaron al público cercano al lugar de la tragedia. Y enseguida comenzaron a pasar en dirección a los hospitales automóviles y furgonetas transportando heridos y muertos. La gente quedó paralizada de espanto cuando un motocarro recorrió la calle Luis Montoto con un cuerpo sin cabeza en la batea...
La ciudad se enfrentaba a la más dura prueba que había sufrido en el siglo. El accidente del Rocío había sido terrible, pero sin las circunstancias que rodearon a la ‘Operación Clavel’, sin una ciudad esperanzada en el cambio de suerte, agradecida, exultante, con la solidaridad de España. Por dos veces en pocos meses, Sevilla recibía la condolencia del Santo Padre Juan XXIII.
Joaquín Romero Murube, en un artículo titulado «En la hora del dolor», publicado en ABC [20 de diciembre de 1961], escribió: «Casi nos espanta saber lo que ha ocurrido. En la mañana de oro iba un pueblo feliz e ilusionado, jocundo y unívoco en la respuesta de su agradecimiento hacia el gesto de amor y ternura con que toda España, canalizada a través del esfuerzo meritísimo de unas personas que habían sacrificado su inteligencia, su descanso, su ingenio, su alcurnia, sus méritos [...] Sí; España toda se volcaba en auxilio de los pobres de Sevilla, de los niños de Sevilla, de todas las tribulaciones sufridas por Sevilla [...] Y ya en los mismos labios gozosos de nuestros barrios, cuando el cortejo tocaba la meta feliz de sus designios, nuevamente la tragedia se abate sobre nosotros, segando vidas, sembrando espantos, derramando sangre, mutilando cuerpos, convirtiendo la alegría en dolor, el amor en espanto, el júbilo en sollozo, el sol radiante en oscuridad del ánimo empavorecido. Dura, durísima prueba para los sevillanos. ¡Íbamos hacia el gozo y la alegría, y en un abrir y cerrar de ojos nos encontramos con la tragedia y la muerte!»
Esto es cuanto encontré sobre esta lamentable tragedia, Espero que os guste, pueden dejar un comentario si lo desea Gracias
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